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Entiendo tu razonamiento sobre el cauto que nunca llega,
y aunque quiera, nunca llegará a buen puerto.
Y sólo porque vive con miedo.
Trato de entender los minutos que pasan,
como se absorben los días, como se infiltran y lastiman las miradas.
Siempre seremos los desprotegidos,
y cobardemente cubriremos nuestras cabezas con la almohada,
porque de noche Los Ausentes salen y hacen lo que quieren.
Todos nosotros a disposición de ellos. Pero pocos lo saben,
o muchos se niegan a mirarlos, a sentirlos, y retienen, y reprimen, y maldicen.
Me han pagado para que llore por los fallecidos, (es mi nuevo trabajo).
Y yo disfruto la labor, porque sé que ya no pueden, y es por eso que incorporan.

Esclavo. Quién lo diría, ¿no?
¿Bajo que tipo de sometimiento?
Se mezcla todo: el pensar que no me deja vivir, y todo cuanto se desgarra.
Pero dijo: "no llore"
Y para aplacar mi dolor (que realmente fue muy grande),
me mostró su esencia, su implícita dulzura, y ESE fue el regalo.
Y créanme que lo vi todo, pude hacerlo.

Por lo demás...
me pidió que no lo cuente...nunca, nunca, nunca.