giro mirando por sobre el hombro derecho

Quisiera observar de como aquello huyó de repente,
de que manera existió, y se vio y sintió perder en los labios.
Helada y tersa, que mi mano al tocarte,
se quedó embriagada de tu suavidad eterna.
El papel brilla con tu rostro,
y trato de pensar, y puedo hacerlo,
y no entiendo, o quizá si, de porqué no te atraigo.
Tan sentidos están mis días (todos en total),
cuando aceptan que por cinco minutos fuiste,
y ahora ya no más.
En un piso 23, arrastrados por miradas intensas,
que en la dicha de la noche significaban todo y
daban a entender que podíamos recorrer la inmensidad juntos,
pero no, no te hagas ilusiones porque eso fue nada.
Dijeron, en lo tierno que a veces envuelve a la vejez,
que éramos hermosos, dichosos y llenos de juventud...
¡Basta, quiero que pares ahora!
¡Ya!