Fui. Y te abrí, te sentí, te adoré, te amé.
Me abriste, me sentiste, me pensaste
y te escapaste en la fe de que estabas haciendo bien.
Volvió a nacer mi flor, y al mismo tiempo a partir,
cuando toqué aquella piel de cobre que nunca olvidé.
Acciones. Cuanto poder tenemos. Cuanto de furtivos.
Años de peso, de cansancio, de rodillas rogando la oportunidad de volver a nacer.
Y respiramos.
¿Que significa besar?
Y el deseo fue concedido en un sabor (¡Eso es! Como las frutas frescas...),
en nuestro juego infinito por el que ahora padecemos.
Luego amargo, luego seguir y para empezar un nuevo ruego,
y después mas y mas y mas amar.
Cuanta protección en los bosques. ¡Me quieren ahí, yo lo sé!
Por ahora no, tengo miedo a lo sagrado. Me preparo, sólo eso.
Y es denso. Denso de extenso cariño por el hijo que no sabe, aún, reconocer al padre.
¡Tenés razón! ¡El aire es eso, es denso, y se corta!
Se corta, se detuvo para nosotros. Como si fuera un favor, una bendición.
¿Vos sos la bendición de estos últimos tiempos?
Las aguas.
Llegó su tiempo, y consigo la feminidad,
el poder de lo absoluto.
Quiero irme en todo lo que vi y sentí.
Quiero irme en vos.